viernes, 25 de diciembre de 2009

¡Quién pudiera pensar...muerte!

¡Quién pueda pensar...!

Aclamadas sean todas las oportunidades en las que se pueda recitar y ser escuchado, en las que se pueda acariciar y ser aceptado, en las que se pueda cantar y ser aplaudido, siendo como se es, un ser humano.

A cada amanecer le acontece un anochecer, en donde el cielo surca todos los destellos de luz, y sólo queda la imaginación de qué habrá más allá de la noche. El vacío se come todos los pensamientos, pero a su vez deja la pauta para seguir pensando. Y cada partícula de energía se presenta en una manifestación.

Manifestaciones de las cuales nos escondemos, manifestaciones que hacemos una y otra vez, resonar y volver a sonar, según un impulso que guíe tal manifestación. Cada ser humano hace una pequeña manifestación todos los días, incluso tal vez serán miles y miles de pequeñas manifestaciones, que al pasar de los años, los sucesores de esos humanos puedan ver en construcciones, en grandes libros, en grandes obras, pero también en grandes miserias, en desagradables construcciones, etc. Cada noticia en la televisión, cada película, cada mensaje en la calle, cada persona, cada individuo hace de su vida una manifestación y cuando muchos se juntan a realizar una… es cuando la humanidad puede darse cuenta de lo que ha pasado, años después.

Me preguntaba en estos últimos días, cuál es la manifestación que más he visto, observado desde lejos, y tal vez, muy de cerca, incluso a la que he pertenecido sin darme cuenta.

Una manifestación abrupta, irreversible ante los ojos de todos y frente a la ceguera de nadie, una manifestación consumada en una y otra circunstancia, como solución, como venganza, como delirio, como pasión, como tortura, incluso como principio de vida. Cómo enunciarla, sí para unos es bien vista, por otros, es una crueldad, para algunas naciones es un tema inacabable, para otras naciones es un fin común de poderío, y para cada uno en su paso por esta experiencia vivencial; la vida, es diferente. Incluso adquiere muchos matices, muchos dramas están basados en ella, novelas, grandes títulos. Pero cómo es en sí, qué produce, qué sobreviene de ella.

No cabe duda que significantes y significados, tiene muchos muy variados, y con mucha razón lógica de existir, otras han sido inventadas, pero igualmente aceptables. Es un pasaje de un principio de existencia a otro principio de existencia, pero en general, ella sólo es la finalidad de un recorrido, lo importante es qué sucede en ese recorrido y cómo se vive. Estoy hablando pues de la muerte, el final de todo principio de vida biológica.

Al escuchar a tantos dramaturgos en acción sobre lo que pasa en ese trance de la vida a la muerte; el recorrer la historia y darse cuenta que fue ésta la mejor solución por no poder sobrevivir en tanta limitación; dramas como las de Shakespeare, donde el amor termina en desamor, momentos pasionales consumados en la muerte; eruditos en diferentes materias de la ciencia, muriendo al final de una gran obra; científicos retándola; personas pidiendo ayuda para enfermos terminales; asociaciones luchando contra el cáncer, contra el sida, todo aquello que lleva a la muerte; viendo las noticias para contabilizar el número de muertos en cada catástrofe, en cada terremoto, incendio, tornado; reces muriendo todos los días para ser un producto comercial; perros muriendo por ser un exceso de población nociva a la raza humana; niños muriendo de hambre en zonas marginadas, en zonas de guerra. ¿Qué significa que no se acaben tantos eventos que enmarcan a nuestra gran manifestación de hoy en día?

¡Querrá decir entonces, que si no se puede entender la muerte en la vida misma, no se puede vivir!

Al menos cuando pienso en esto, recuerdo mis propias experiencias al respecto, y entiendo que no sé que habrá pasado con todos esos seres queridos que he visto morir, pero en cambio, si puedo hablar de lo que en mí ha sucedido. He sentido frustración porque no están más aquí, también he llorado mucho por no poder siquiera percibir en mi mente, que ya no se mueven, que si no los entierro podría volverme loca y pensar que siguen ahí. Me he dado cuenta que hay un quiebre en mi realidad, que incluso no puedo percibir con exactitud, así como tampoco precisar el tiempo que ha pasado, porque en un primer momento no entendía que ocurría, y después sentir, que ellos no están pero yo sigo aquí, y mi sufrir, esta sólo conmigo, y mis recuerdos también. En ese momento, me pregunto, ellos ya saben donde quiera que puedan saber, si es que esto tiene cabida alguna, lo que se siente, lo que se vive, lo que se piensa en ese paso de la vida a la muerte, pero yo aún no sé que es eso. Incluso los que aún vivimos contamos anécdotas sobre la muerte de seres cercanos, y hacemos énfasis en que hay un cambio notorio de actitud en ellos, poco tiempo antes de fallecer, incluso pensamos que no quieren que nosotros nos preocupemos y se comportan más comprensivos. Me pregunto, por qué ser amables, corteses, nobles, humildes, hasta ese momento. Por qué no levantarse todos lo días y besar a las personas amadas, estrechar sus cuerpos y hacerles sentir que estamos ahí, que somos parte de sus vidas y cuán importantes son ellos en las nuestras.

Por qué no acabar con todas aquellas limitaciones que no nos dejan estar con quienes queremos estar, perdonar cualquier ofensa en vez de seguir guardando rencor, por qué no gritarles a todas esas personas que han intentado llenarnos de dolor, que si no se han cansado de construir dramas en su vida, por qué no alejarnos de la gente que nos hace daño y voltear a todas aquellas que estén dispuestas a vivir en paz, por qué no luchar por algo cierto en la vida, y no por sueños guajiros, que no tienen ni pies ni cabeza, por qué no planear y ser dueños de nuestra propia vida. Por qué insistimos en seguir construyendo dramas en películas, novelas, en historias de vida, en guerras, en violencia, por qué…

Por qué no ensalzar a la muerte con honor y dignidad, y hacer fiesta cada vez que alguien fallece o incluso cualquier ser vivo que ya no esté con nosotros, y recordar los mejores momentos, los alegres, parece que esto es puro rollo, pero cuando en verdad estás con una persona porque la quieres y le prestas atención y disfrutas el momento, puede ser que lo añores muchísimo cuando ya no esté, pero no habrá remordimiento y se puede ser libre del recuerdo, incluso pasan años, y sólo los recuerdas una vez, sin embargo, cuando no ha sido así la convivencia con alguien, cuando ésta fallece, hay cada vez más recuerdos, y los años se vuelven amargos, y no se sabe qué hacer para mitigarlos.

En realidad este no es un escrito valiente que quiera ser optimista frente a una realidad, es más bien, querer recobrar la voluntad y hacer cosas diferentes con lo que somos y transformar en la medida de lo posible el fenómeno repetible, una manifestación de muerte dolorosa, de muerte no deseada, de catástrofe, de amargura, de horrible recuerdo, y hacer lo que esté hoy, en nuestro alcance para que la vida sea más gozosa, y apaciguar a tanta locura, tanta venganza, a tanto rencor, a cada sentimiento que se encuentre en el matiz negativo de nosotros mismos y de todos aquellos que nos rodean..

¡Quién pueda pensar…sobre su propia muerte, podrá entender y disfrutar su vida, consigo mismo y con todo ser vivo que le rodee!


Escrito por,

Ross

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