viernes, 25 de diciembre de 2009

CUANDO LLEGAN AL CORAZÓN...

Repasando hoy todas mis experiencias de vida, a la vez compartiendo con otras personas sobre otras experiencias, me doy cuenta de cuánto falta para llegar al corazón de una persona, descubrirla y amarla por ser exactamente como es…¡cuánto falta bendito Universo, bendito Dios!

Cuando la aventura inocente, temerosa e incierta del crecimiento empieza, son tantas las advertencias, son tantos los temores porque un día el mal nunca llegue a nuestras vidas, que termina por culminar quizá en una mala experiencia…pero, nunca hay una verdadera advertencia de cómo y cuándo hemos de sufrir, es más, las palabras jamás ayudan a conocer el significado verdadero de esa palabra “sufrimiento” hasta que la experiencia se nos presenta… cuántos golpes y cuántas heridas hemos de acumular en nuestra vida, cuántas veces nos hemos reformulado las mismas preguntas, llegado al mismo punto, sin darnos cuenta a lo mejor. Y por si fuera poco, quién sabe cuántas veces no hemos nisiquiera visto una salida, sólo escuchado y hablado compulsivamente del mismo problema infinidad de veces, y si en algún momento la llegada de otra experiencia similar se avecinará, el recuento de las mismas preguntas y de los mismos sentimientos de aglomeran para hacer saber, que… ¡Cuánto falta bendito Universo, bendito Dios, para soltar todo eso, dejar de cargarlo!, ¿para aprender a perdonar?... Hoy parece ser más difícil que antes, este proceso, o ¿no es verdad lo que dicen muchos autores, sobre la situación de crisis que vivimos?, en la que las relaciones interpersonales están cada vez más frágiles, donde no hay tiempo para conocer a la gente, donde hay más temor que confianza, donde por más corrientes espirituales que se promulguen por la paz, no dejan, más que aislarse de todo lo demás, para formar una nueva cultura, una nueva comunidad y entonces, volver a sentir esa confianza para actuar, para relacionarse, ¿será acaso que no se han dado cuenta de eso?, pero si aislarse no es sinónimo de dejar de sufrir. Y formar comunidades donde los integrantes han sufrido en la comunidad más grande, donde hemos aprendido a vivir, a sobrevivir, donde el “error” humano siempre irá dejando huella de sus más intrínsecas necesidades de equivocarse para mejorar. Y por si esto no fuera suficiente, ¿nos habremos cansado ya de escuchar este mismo discurso? Tanto que solamente lo leemos y releemos en tantos libros, en tantos correos electrónicos, en tantas presentaciones en power point que circulan por la red, en tantos discursos religiosos, en muchos dichos populares, que…¿sabremos llegar a nuestro corazón, sabremos del mismo modo llegar al corazón de otros?, ¿Será que de verdad esa palabra “sufrimento” se ha construido por falta de comunicación?, ¿Será que sólo nos hace falta poner más atención en lo que dice el “otro” para caer en cuenta del significado de sus palabras y tomar la mejor decisión, para seguir en vez de quedarnos en la misma experiencia?, ¿Será que sabemos cómo perdonar?, ¿será que podemos brindarle a los demás la sensación de paz, aún cuando lo que hayan hecho nos haya lastimado, será que entenderemos lo que eso significa cuando hayamos lastimado también? Y finalmente, ¿podemos entendernos después de cada ruptura como en el proceso de crecimiento?

Siento que ya no son preguntas para nuestra mente, sino son preguntas para nuestro corazón, para nuestros sentimientos…quiero decir, hoy me ha tocado a mi corazón, todo esto que he escrito, me ha llegado en mi interior, por una razón, la libertad de seguir siendo yo, de seguir construyendo ilusiones, para llegar a ser realidades, con la misma ingenuidad como cuando era niña, sin advertencias de lo malo que pueda suceder, sino de lo mucho que puedo aprender. Así que hoy por hoy, esto es, en este momento una reflexión, que ojalá también llegue a tu corazón.

Ross

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